Cada 23 de Mayo se celebra el Día Internacional de la Tortuga Marina para reivindicar una mayor protección para las diferentes especies de tortugas marinas. Estos increíbles animales que surcan los océanos desde hace millones de años están extinguiéndose. Por desgracia, uno de los mayores riesgos a los que se enfrentan las tortugas marinas es por el aumento de la contaminación plástica.
Microplásticos en las dunas de arena
Aunque quizás el peor de todos los males que las afecta es la contaminación por los plásticos, que flotan en todos los océanos. Los microplásticos se han asentado no solo en el mar, sino en los lugares de anidación de las tortugas marinas bobas del Norte del Golfo de México.
Las microperlas de plástico o los propios plásticos que por la acción de diferentes agentes se degradan, han generado estos diminutos plásticos que ya forman parte de la composición de las playas arenosas donde depositan sus huevos. Tan pequeños, que muchas veces no se aprecian a simple vista.
Es necesario que confluyan distintas variables para que salgan adelante las crías de los huevos, entre ellas el propio entorno o la temperatura, influyendo además en su número, en su sexo y en su tamaño. En particular, el sexo de los huevos de tortuga marina está determinado por la temperatura de la arena durante la incubación del huevo. La arena más caliente produce más hembras y la arena más fría, más machos.
Más temperatura por el plástico
Temperaturas entre aproximadamente 24-29,5 grados centígrados producen machos, y por encima de 29.5 a 34 grados C, hembras. Dado que los plásticos se calientan cuando se exponen al calor, cuando se combinan con arena, los microplásticos pueden aumentar la temperatura de la arena, especialmente si el pigmento del plástico es oscuro.
Esto podría potencialmente afectar el ambiente de anidación de las tortugas marinas, sesgando la proporción de sexos de las tortugas hacia la producción de hembras y afectando el futuro éxito reproductivo de la especie.
A esto se le une que las sustancias químicas tóxicas derivadas de esos plásticos cuando se calientan se filtran en la propia arena, justo donde se está generando una nueva vida. Ellas rompen el cascarón y se dirigen directamente hacia el océano, un acto instintivo.
Según el estudio llevado a cabo por la Universidad del Estado de Florida por el Departamento de Tierra, Océano y Ciencia Atmosférica, la exposición a los microplásticos es patente en los 10 sitios de anidación más importantes para la subpoblación de tortugas bobas del Golfo de México Norte. Teniendo en cuenta que la mayoría de las piezas plásticas están ubicadas en las dunas, el sitio principal donde anidan las tortugas.
Se tomaron varias muestras de arena en cada sitio de anidación durante los meses de verano del hemisferio norte, de mayo a agosto, que es cuando las tortugas están anidando en la región. Pero independientemente de las implicaciones, es importante tener en cuenta que cualquier alteración de nuestro entorno natural puede ser perjudicial para las especies que dependen de ellas. De ahí la importancia de concienciarnos sobre el mal uso que les damos a los plásticos, y sobre todo, el de no arrojarlos en la calle o al mar.
Tortugas con 14 piezas de plástico en el estómago
El plástico en el medio marino es un problema medioambiental creciente. Las tortugas marinas corren un riesgo significativo de ingerir residuos plásticos en todas las etapas de su ciclo de vida con consecuencias potencialmente letales.
En la revista Nature se publicó un estudio científico que probaba la relación entre la cantidad de plástico que una tortuga ha ingerido y la probabilidad de muerte, tratando a los animales que murieron por causas conocidas no relacionadas con la ingestión de plástico como un grupo de control estadístico.
De esa forma, se utilizaron dos conjuntos de datos: uno basado en las necropsias de 246 tortugas marinas, y otro con 706 registros extraídos de una base de datos nacional de varamientos. Los animales que murieron por causas conocidas no relacionadas con la ingestión de plástico tenían menos plástico en sus tripas, que los que murieron por causas indeterminadas o debido a la ingestión de plástico directamente (por ejemplo, a través de la impactación intestinal y la perforación).
Se encontraron un 50% de probabilidad de mortalidad una vez que un animal tenía 14 piezas de plástico en el estómago. Estos resultados proporcionan el vínculo crítico entre las estimaciones recientes de la ingestión de plástico y los efectos de la población de esta amenaza ambiental.
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