Actualmente, cuando navegamos por Internet podemos disfrutar del acceso a diferentes sitios. Cuando pedimos información a esos sitios, recibimos los datos a la misma prioridad, ya sea desde un gigante como Google o un humilde blog, y esto es así porque la red es neutral: nadie debe tener privilegios para enviar su información.
Desgraciadamente, algunos proveedores de servicio se han dado cuenta de que en esa transmisión de información hay negocio, y su idea de aprovecharlo es ofrecer “autopistas de información” a algunas empresas por una tasa extra. El problema es que dichas autopistas no existen, sino que lo que se haría es devaluar el tráfico de los demás para darle prioridad a sólo unos pocos elegidos. El caso del que mas se oye hablar es del de Comcast (un proveedor norteamericano) y Netflix (un servicio de video bajo demanda) donde el primero solicitó que “pagase un extra por mejorar el servicio prestado”. La sorpresa llegó cuando Netflix comparó la velocidad de envío de datos con el de de otros operadores y vio como Comcast les estaba cerrando el grifo. ¿Cómo es posible que usando la misma infraestructura su servicio se haya visto tan devaluado frente a otros?
La situación es peor cuando no se trata de una empresa relativamente conocida y que puede pagar esa “tasa premium”, sino que hablamos de un blogger o una pequeña empresa que está empezando, de forma que su servicio online parece lento e inferior al de los demás cuando en realidad no lo es: solo estarían en el “Internet de segunda categoría”, y se verían condenados a no triunfar si no pagan al operador.
Por todo esto, la neutralidad de la red es importante para el desarrollo tecnológico, y debería interesarnos a todos, y debemos alegrarnos de que Europa, aunque con gran lentitud, se está legislando para garantizarla.
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