Con la nueva normativa Europea en ciernes, se está discutiendo mucho la posición dominante de las grandes empresas tecnológicas. Hay que decir que la situación es un tema sumamente complejo, porque para bien o para mal, ahora mismo hay 5 empresas (la llamada GAFAM: Google, Apple, Facebook, Amazon, Microsoft) que dominan gran parte del tejido de la World Wide Web.
Muchas de esas empresas empezaron desde una posición pequeña, y fueron alcanzando esa posición realizando un trabajo excelente, ofreciendo productos innovadores que fueron un gran éxito. Esa parte no la está poniendo en duda nadie. Sin embargo, hay algo que sí podemos juzgar: una vez estaban en esa posición han hecho lo que sea necesario para mantenerla, estrangulado o comprando a la posible competencia. Lo hemos visto con Amazon y Goodreads (hicieron una oferta que rechazaron, luego le cortaron las APIs de catálogo de libros y acabaron comprándola estando muy devaluada), con Google y las empresas de almacenamiento de fotos (Google Photos: gratis e ilimitada, invirtiendo recursos hasta que la competencia muera, y una vez eliminadas las alternativas empiezan a cobrar), un sin fin de casos con Facebook, o recientemente IBM con la adquisición de RedHat, dañando la distribución comunitaria de CentOS de forma terrible. Microsoft perdió relevancia con la nefasta gestión de Balmer, pero hay que vigilar su regreso porque está intentando colocar sus soluciones privativas en el proceso de producción de software libre y código abierto.
En general, muchos de los servicios que ofrecen estas empresas son gratuitos, pero el coste lo pagas de otra manera: mediante lo que se llama “el capitalismo de la vigilancia”. Facebook es el gran pionero de estos sistemas de recopilación y monetización de datos a gran escala, haciendolo de forma muy agresiva mientras iba vallando progresivamente atrapar a los usuarios en su sistema, garantizándose la producción de materia prima. El gran problema es que otras muchas empresas están siguiendo su ejemplo, envenenando Internet tal como lo conocíamos hasta ahora mediante restricciones y espionaje.
Los progresivos cambios de reemplazar el HTML por JavaScript por parte de muchas de estas plataformas pueden parecernos irrelevante desde un navegador visual, pero ¿qué pasa con los basados en texto que usan las personas con problemas visuales, que necesitan ese texto? ¿O con los científicos, que analizan los datos publicados allí programaticamente? ¿O el “solo puedes ver la última publicación aunque esto sea público porque mi pop-up JavaScript lo tapa a no ser que hagas login y me des tus datos”? Esto afianza su situación de gatekeepers, como símil de una persona en la puerta que decide quién entra a ver un contenido y quien no. Además esto provoca una segmentación del contenido porque una vez haces login estás sujeto a los caprichos de su algorítmica para mostrarte lo que esa empresa crea más apropiado para tí.
Las nuevas leyes podrán ayudar, pero la realidad es que esos servicio pertenecen a esas compañías y están, hasta un cierto grado, en su derecho de hacer lo que quieran con él. Obviamente esto no es justo para los usuarios, que se convierten en sus juguetes, y por eso es bueno que se intervenga por ejemplo al nivel de activación de dispositivos. En otros campos, pueden ofrecer muy buenos productos, pero ¿merece la pena pagar el precio del capitalismo de la vigilancia, y esos niveles de competencia desleal?
La intención de legislar es buena, pero en última instancia la decisión real es tuya: estas empresas han alcanzado esa posición y se permiten hacer esto porque en última instancia, los usuarios, aceptamos sus condiciones. Existe el problema del efecto rebaño o cuestiones profesionales: yo misma no estoy cómoda con Twitter, pero por puras cuestiones laborales tengo que estar en una siendo las opciones, y entre esa o Facebook elegí el mal menor. Salir de sopetón de estas plataformas puede sernos directamente imposible, pero lo que sí podemos hacer es ir dando pequeños pasos para ir alejándonos de ellos y sus malas prácticas. Muchos pasos pequeños se convierten en una gran distancia, y no existe mejor presión que podamos hacer que afectar a sus bolsillos.
Estas son algunas ideas en ese sentido:
- Evitar el uso de navegadores privativos: Google Chrome se lo cuenta todo a Google, y Microsoft Edge a Microsoft. Existen otras alternativas basadas en Chromium, que es la base de esos 2, y Mozilla Firefox, aunque no es completamente ideal en compatibilidad, es infinitamente más respetuoso.
- Bloquear la publicidad en navegadores.
- Bloquear los rastreadores en navegadores.
- Reducir el uso de sus apps en dispositivos móviles al mínimo. Usa la web, con bloqueadores, para acceder a ellas.
- Considerar el uso de terceras partes libres o de código abierto, de confianza para acceder al contenido de esas grandes plataformas. Hay una extensionrs muy interesantes para ello
- Antes de usar un servicio, considerar las consecuencias. ¿Hay alguna opción alternativa más ética? ¿Podría hacer uso de ella, parcial o total para hacer la misma tarea?
¿Qué estoy haciendo yo ahora mismo?
Al dedicarme profesionalmente al desarrollo de software, me veo obligada a usar muchas de estas plataformas, porque debo asegurarme de que lo que cree funcione tanto en unas como otras herramientas. Mi configuración y hábitos son los siguientes.
- Tengo instalados múltiples navegadores, tanto libres como privativos para las pruebas, pero mi uso diario real es de 2: Mozilla Firefox y Google Chrome. En Chrome uso «las aplicaciones de Google»: Gmail, Drive, Fotos… pero solo esas ventanas de temas corporativos. En Firefox hago absolutamente todo lo demás, y es donde están las configuraciones para proteger mi privacidad. A fin de cuentas, es donde sucede toda mi vida online.
- Uso un bloqueador de publicidad como ublock origin.
- Uso un bloqueador de rastreadores como ghostery y privacy badger.
- Limpio el historial y las cookies de navegador cada vez que termino de usar un servicio.
- Uso una redirección de enlaces a sitios de redes sociales con JavaScript, que sustituya incluso los elementos embebidos (por ejemplo, esos tweets que aparecen incrustados en las noticias), dándome una capa extra de protección.
- Puedo hacer alguna búsqueda en Amazon cuando necesito comprar algo, comparando opciones y características de las mismas, pero el objetivo real de esta acción es que tras ver las opciones que me puedan interesar apunte el fabricante o la tienda desde la que se transporta. Luego procedo a comprobar las webs pequeñas de esas tiendas que proveen a Amazon (que suelen traer información más detallada o ser incluso más baratas), y acercarme a una tienda de mi barrio a preguntar por eso que necesito para tomar una decisión informada. En la situación actual de Pandemia es muy importante que apoyemos a los negocios pequeños, especialmente de nuestro entorno. Las grandes superficies sobrevivirán a esto sin problema, pero los pequeños comercios dependen muchísimo de todas estas pequeñas decisiones.
- Hago uso principalmente de buscadores alternativos a Google (DuckDuckGo y Qwant), aunque para cosas muy concretas aun lo uso via bang (escribiendo en la caja de búsqueda “!g lo_que_busco”) de DuckDuckGo para poder ver las URLs.
- Para seguir sitios, uso un lector de RSS, priorizando uso de la fuente directa (web o blog), o via fachada alternativa (por ejemplo, el RSS de Nitter para cuentas de Twitter que avisan de cambios en APIs de desarrollo, información que muchas veces solo está en Twitter y no queda otra).
- No uso GitHub, y recomiendo evitarlo como una plaga para tus proyectos propios. Es privativo, depende de JavaScript, y estás sirviendo tu trabajo a una corporación que copiará tu trabajo sin miramientos. Es más incómodo, pero aún puedes contactar con la mayoría de los desarrolladores por email o Twitter en caso de necesitar soporte, y que tomen tus cambios desde otra plataforma de control de versiones.
- Intento adoptar poco a poco otras plataformas de redes sociales o mensajería: en mi caso Mastodon como parte del Fediverso, y Element como herramienta de chat universal, lo que era Pidgin hace una década.
- No hay nada mejor que una copia de tu información bajo tu propio control: un buen disco duro externo con copias artesanales o tu propio servidor casero si te vienes arriba y confluyen medios, tiempo y ganas, te pueden salvar la vida, porque como hemos visto este año, la nube de Google no enfalible. Recuerda: “La nube sigue siendo el ordenador de otra persona”, y “nunca confies en un ordenador que no puedas tirar por la ventana”.
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