No se si tendréis familiares de una cierta edad, que cuando os envían un email, porque no todo es la mensajería instantánea, os lo mandan con unas fuentes descomunalmente grandes. Al preguntar por qué os gritan en los correos os dirán que ellos no entienden de ese estándar se comunicación, pero que si no, no pueden leer las letras porque son muy pequeñas para ellos.
Si os tomáis el tiempo en explicarles que a día de hoy todos los equipos informáticos tienen unas opciones de accesibilidad permitiendo cambiar el tamaño de la fuente, los colores para ayudar a los daltónicos, o incluso un apoyo con el que la típica voz robótica te lee el texto, alucinan.
Por desgracia, cuando hablamos de páginas web no solemos tener tanta suerte. Cuando hablamos de sistemas reacios a actualizar, o que utilizan un sistema de publicidad sobre su contenido, lo que sale aplicando zoom es una pesadilla… Y luego están los que usan contraste de colores ente texto y enlaces haciendo bastante difícil saber cuando un elemento es clickable.
Ese es precisamente el motivo por el que los navegadores ahora están empezando a incluir un “modo lectura”, que tiene como objetivo eliminar el contenido que considera superfluo (a veces no tiene mucho éxito, su algorítmica puede dejar que desear en los embebidos de fragmentos se código en webs de programadores), dejando solo lo principal con texto en mejor contraste.
En el caso del modo lectura de Firefox (ese icono de hoja de papel que puede aparecer en la barra de direcciones) es bastante correcto y similar y además bastante similar pocket. Su extractor recuerda bastante a los lectores de RSS que permitían (y aún permiten si los responsables de la web dejan el feed integro) cambiar las preferencias de tamaño de fuente y tema, que es un factor que sigue haciéndolos muy valiosos para mí: al llegar cansada tras un día trabajando frente al ordenador, lo que deja muy espabilado, es bueno poder revisar la novedades en mi red sin cansarme la vista, pues pantallas de mayor resolución suelen implicar fuentes más pequeñas, y unas fuentes de un tamaño mas grande con tipografía más clara sobre tema oscuro, de manera que a la noche no me escuezan los ojos.
Por supuesto este tipo de herramientas tienen sus detractores, porque cuando se deshacen de lo innecesario, se llevan la publicidad por delante. Cinismo aparte por mi reconocido odio a la publicidad intrusiva (le prendería fuego a todos los carteles con flashes que tapan el 60% de la pantalla de un dispositivo móvil cuando estoy leyendo, y si ya tiene sonido ni os cuento), es evidente que algunas webs necesitan la publicidad para sobrevivir, por lo que está pendiente encontrar una solución intermedia para esta gente. Lo que si que está claro es que ya no solo por cuestiones de salud visual del usuario medio, hay un porcentaje de usuarios de la red que tienen dificultades para acceder, y ese porcentaje irá creciendo, pues nos hacemos mayores. No atenderlo es simple y llanamente un error.
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